Dibujar un retrato se considera uno de los retos más complejos, y al mismo tiempo, el mejor de los ejercicios. Para dominar este estilo de dibujo realista se requiere manejar otras técnicas como el boceto y el sombreado, además del buen uso de las proporciones.
Esto no quiere decir que debas desanimarte. Al contrario, realizar el dibujo de un rostro es precisamente la clase de desafío que debes abrazar para sumergirte de lleno en este arte.
Recuerda que hemos dicho anteriormente que todos podemos aprender a dibujar sin talento, solo es cuestión de mucha práctica y amor. Sin olvidar que lo haces principalmente para ti, así que siéntete orgulloso de tus obras y dibuja en cada oportunidad que tengas.
Ahora bien, siempre es bueno contar con algunos conocimientos, especialmente si lo que buscamos es aprender algo nuevo, o mejor dicho, avanzar un poco más para mejorar en lo que hacemos. Por ello, hoy en dibujo.net te contaremos algunos trucos acerca de cómo realizar un buen retrato. Así que toma lápiz y papel y ¡a dibujar!
Comienza por elegir tu modelo
Cuando aprendemos a dibujar un retrato lo ideal es comenzar por una fotografía. Esta debe ser una imagen clara, muy nítida y con buena iluminación para que puedas apreciar bien los detalles que luego plasmarás en tu obra.
Muchos artistas toman sus propias fotografías para luego tenerlas como modelos al momento de realizar sus dibujos. Así se aseguran de que la imagen referencial cuenta con las características que requieren para que el arte resulte según lo que esperan.
Esta es una excelente práctica que puedes adquirir, no solo con los rostros, sino con paisajes, mascotas u otros objetos que quieras aprender a dibujar. Si te interesa esta idea, toma nota y aprende acerca de los elementos de la fotografía, descubrirás que este también es un arte de lo más interesante y se complemente muy bien con el dibujo.
Una vez que tengas elegido el modelo para tu retrato, podemos comenzar a llevar esta imagen al papel.
No olvides los lápices de dibujo
Para dibujar un retrato necesitarás algunos materiales básicos de dibujo. En primer lugar, no olvides tu bloc de hojas blancas, que es el mismo que seguramente has decidido llevar contigo a todo lugar para practicar en cada oportunidad.
Los lápices tipo B son los más recomendados para dibujar, e idealmente, puedes tener más de uno y así experimentar con las distintas densidades del sombreado, que es esencial para este proyecto. Un retrato también es una excelente excusa para darle una oportunidad a la técnica de la sanguina, en caso de que estés familiarizado con los dibujos en carboncillo, se parecen mucho con un resultado impresionante.
También deberás tener un difumino y una goma de borrar de vinilo. Y si quieres sentirte como todo un profesional, incluye una goma de “miga de pan” que es un excelente ayudante para los sombreados y los puntos de luz.
Define las proporciones de tu retrato
Esta es una de las etapas del retrato más transcendental porque de este momento depende que el resultado sea armonioso y simétrico. Las primeras veces querrás hacer una impresión adicional de la imagen, esta vez del mismo tamaño que quieres dibujarla, para marcar en la hoja las proporciones que tiene este rostro.
Ahora, imagina el rostro como un óvalo sobre el cual vas a vaciar todos los detalles, pero para que estén bien ordenados hay que delimitar los espacios donde va cada cosa. Para ello utilizamos las líneas de guías y mediciones.
Estas líneas son las referencias que te servirán para ir agregando los detalles. La primera es una división a mitad desde la frente hasta la barbilla. Luego, la siguiente línea que te interesa marcar es la de los ojos, una encima de estos y otra por debajo. ¡Así ya sabes a qué altura están!
Marca más medidas, como por ejemplo la altura y tamaño de la nariz, los labios y las comisuras de la boca, los pómulos y las cejas. Una vez que tengas todas las proporciones, traslada estas a tu hoja en blanco. No olvides hacerlas muy claras, ya que luego deben desaparecer del arte final.
Las hojas cuadriculadas
Algunos expertos en este arte recomiendan cuadricular las hojas de dibujo y las fotografías referenciales. De esta manera te ahorras dibujar las líneas tú mismo y solo tendrás que comenzar a realizar el boceto de acuerdo con la ubicación en la cuadrícula.
Tú puedes hacer el retrato iniciando con la técnica que sientas que te da mejores resultados. Lo importante es que lo pases bien y disfrutes del momento, mientras practicas y perfeccionas tu arte.
Transforma las guías en un boceto
No renuncies si no te sale perfecto a la primera, recuerda que ya hemos dicho que requerirá mucha práctica, así que respira hondo y borra todas las veces que quieras, hasta que estés conforme.
Una vez que tengas las guías en tu hoja, comienza a agregar más líneas, siempre observando tu modelo de referencia y usando las proporciones y el mapa que marcaste. Define un poco más la forma y tamaño de los ojos, labios y nariz.
En cuando al óvalo principal, ensánchala o afínala de acuerdo con la forma del rostro que quieres retratar. Por ejemplo, algunas personas son más delgadas hacia la zona de la barbilla, entonces reduce un poco tu figura para que se parezca más. ¿Sabías que así era el verdadero rostro de Cleopatra? Este sería un retrato interesante para dibujar.
Recuerda que en esta etapa también usarás un lápiz claro y sin afincar demasiado, para que las líneas de referencia puedan borrarse sin dejar rastro, algo que debes ir haciendo paulatinamente en este paso. Poco a poco, cuando estés conforme con tu boceto, puedes afincarlo un poco más para que resalte al darle la textura a la piel.
Textura de la piel en un retrato
Una vez que el boceto está listo, es momento de utilizar este truco para que la piel de tu retrato tenga una buena textura de base. Se trata de crear un efecto que resalte el rostro, sin necesidad de aplicar color.
Para ello necesitarás una lija y algodón. Usualmente, esto se aplica más que nada a la sanguina o al carboncillo, pero puedes darle una oportunidad al grafito si lo haces con mucho cuidado. Lo que debes hacer es pasar el lápiz por la lija y obtener un poco del polvillo, luego aplícalo sobre la hoja, únicamente donde está el rostro de tu retrato.
Este toque de gris será suficiente para que tu piel tenga un poco más de textura o volumen y resalte mejor cuando realices el resto del sombreado que debe llevar.
Ahora sí, agreguemos detalles al boceto
Es momento de darle más vida a tu retrato. Te recomendamos comenzar por la parte superior, para que al bajar no manches la hoja con el grafito. Los ojos suelen ser lo más importante, y la que representa el mayor reto, ya que es lo que dará la expresividad y esa sensación de realismo. Por lo tanto, no olvides ponerles especial atención.
El secreto está en los detalles y estos a su vez se logran con la paciencia. Un buen retrato puede tardar unas horas en estar listo, especialmente si se trata de tus primeras veces.
En el caso de los ojos, los detalles están en el contorno, las pestañas, las cejas y los párpados, en primer lugar. Para darles más expresividad presta atención al iris y sus propias líneas, así como la pupila. Aquí te servirá de mucho dominar las técnicas de sombreado.
Debes recordar darle brillo a la mirada, algo que logras con lo que se llama “vacíos” que son básicamente los espacios blancos del dibujo, que vienen a representar la luz. ¡Úsalos a tu favor!
Para la boca, el mejor truco está en la intensidad de los trazos y cómo utilizarlos. Por ejemplo, en lugar de definir el labio con una línea gruesa y marcada, usa esta técnica para la zona que separa el superior del inferior y aplica menos presión hacia afuera, dejando que las sombras creen un efecto más natural para crear la forma de este rasgo.
Sombrea e ilumina tu retrato
A medida que vas agregando los detalles, verás cómo tu retrato va tomando vida. Ahora, para que realmente salte del papel, hay que aplicarle un buen sombreado. Es fundamental fijarse bien en la imagen referencial, y descubrir cuáles son los espacios más oscuros y llevarlos degradando hacia los más iluminados.
Antes de terminar, puedes aplicar otro poco del polvo de grafito y hacerle un fondo más claro, para darle aún mayor volumen al resultado final. Ahora disfruta de tu obra y no olvides que la práctica hace al artista. ¿Ya sabes de quién será tu primer retrato?