Fernando Botero, su nombre es asociado inmediatamente con las esculturas y pinturas de personajes de “tallas grandes”, de hecho, hay quienes se refieren al artista como “el pintor de las gordas”. Pero en realidad, hay más que solo gordura en sus obras.
El artista colombiano hoy en día es uno de los más reconocidos, no solo en su país natal, sino en el mundo entero, siendo un digno representante del arte vanguardista. Y si bien es cierto que sus personajes están subidos de peso, la intensión del autor va más allá, ya que incluso los objetos y animales en sus obras adquieren un tamaño mayor, por lo que se puede entender que es más bien un uso exagerado del volumen en general.
La obra de Botero se cataloga como una sátira hacia la sociedad, y algunos críticos la clasifican dentro de un estilo naif, que es una corriente artística que se basa en la espontaneidad, la ingenuidad y el uso de colores brillantes y grandes contrastes.
Por su parte, Botero se considera a sí mismo como autodidacta, otra característica que lo colocaría de la mano con este género.
Para comprender su obra hay que sumergirse en ella y dejarse conquistar por su concepto de la realidad. Algo que no es difícil, ya que la misma tiene un encanto que invita a deleitarse.
Acerca de Fernando Botero
Antes de adentrarnos directamente en sus obras, hablemos un poco del artista. Fernando Botero.) nació en Colombia, en la ciudad de Medellín, en el año 1932. Fue el segundo hijo del matrimonio de David Botero (1895-1936) y de Flora Angulo (1898-1972). Cuando cumplió los 4 años quedó huérfano de padre y su madre se dedicó a la costura para sustentar a la familia.
A los 15 años se ganó un espacio como ilustrador en el reconocido periódico El Colombiano. Con lo que pagó buena parte de su educación.
Botero siempre sintió fascinación por el arte, lo que le llevó a presentar sus propias versiones de las obras más reconocidas, creadas por los grandes artistas de la historia. Una de sus predilectas es Matrimonio Arnolfini, de Van Eyck, de la cual ha presentado más de una interpretación.
A pesar de haber estudiado en las academias de San Fernando de Madrid y San Marcos de Florencia, Botero se define a sí mismo como un autodidacta, ya que no se aferra a las normas de ninguna de estos sistemas de educación.
Podemos decir que su técnica se ha nutrido de la admiración y estudio del Quattrocento italiano y el muralismo mexicano. Ambas tendencias es posible evidenciarlas fácilmente en sus obras, siempre salpicadas con su estilo, que algunos incluso catalogan de “rebelde”, ya que rompe con las “reglas académicas” del arte.
La temática libre de Fernando Botero
Gracias a esta libertad artística, la obra de Botero se presenta con una temática muy abierta. Si bien es muchas veces una crítica social, también muestra otras facetas donde está presente la religión, lo cotidiano, la sátira, su propia interpretación de la historia del arte e incluso, para muchos expertos, el realismo mágico.
Hoy en día, sus obras se exponen en los más grandes museos del mundo, como el Museo Reina Sofía de Madrid.
Boterismo: Las obras de Botero
Disfrutar de las obras de Botero es muy simple, lo primero que hay que hacer es quitarse lo tradicional del pensamiento y prepararse para lo sorprendente. Resalta el volumen en su máxima expresión posible, que debemos tener cuidado y no confundir con obesidad.
A partir de este momento, entraremos en un mundo con un humor único, cargas de fuertes críticas en ocasiones, y algunas escenas algo grotescas. Cada obra produce emociones distintas, y es allí donde sucede la verdadera magia, ya que lo que nadie puede negar es que es imposible quedar inmutable ante el arte de Fernando Botero.
Para celebrar a este artista, te dejamos algunas de sus más reconocidas creaciones, esperando que las disfrutes tanto como nosotros.
La Mona Lisa a los doce años
Se trata de una obra de óleo sobre lienzo en la que podemos ver una de las interpretaciones del autor de una de las obras más célebres de la historia del arte; La Mona Lisa de **Leonardo da Vinci**. La versión de Botero fue creada en el año 1958 y hoy en día reposa en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En su obra Mona Lisa a los doce años, Fernando Botero nos regala con una imagen de lo que podemos suponer es la misma joven, en una versión infantil y regordeta. La postura de la mujer es igual a la del original, sin embargo, al prestar atención, notamos que el paisaje es diferente. ¿Qué esconderán cada una de ellas?
Pedrito, uno de sus cuadros más íntimos
Una obra hermosa con un mensaje íntimo y triste. Pedrito, el hijo de Fernando Botero, fallece a la edad de cuatro años, en el año 1974, en un terrible accidente de tránsito. El artista intenta salvarle sin éxito, perdiendo una de sus falanges.
Este suceso genera una tormenta emocional en su interior, teniendo que lidiar con la dolorosa pérdida de su hijo, las heridas de su propio cuerpo y el recuerdo de la muerte de su padre, a quien perdió cuando tenía la misma edad de su hijo.
Al recuperar la movilidad en su mano, ese mismo año Botero se dedica primeramente a pintar a su hijo en varias obras. Esta es la primera y es, para el autor, la más valiosa y querida. En ella vemos a Pedrito, jugando sobre un caballo de madera, y a su lado una casa de muñecas. Si miramos con detalle, en las ventanas se asoman dos figuras vestidas de luto, los padres del niño. Esta es la imagen del verdadero dolor.
Comida con Ingres y Piero della Francesca
Una de las obras más reconocidas y representativas del autor se trata de la Comida con Ingres y Piero della Francesca, pintada en el año 1972. Aquí podemos apreciar el uso del volumen artístico llevado a su máxima expresión, ya que no solo los personajes son más voluminosos, sino que los utensilios y los alimentos también se ven afectados por este estilo de Botero.
La obra es una absoluta muestra del “Boterismo”, y en ella el autor nos deja ver una parte de ese realismo mágico propio. En la mesa comparten la cena tres grandes artistas, de tres períodos distintos. De izquierda a derecha tenemos a Piero della Francesca, pintor italiano renacentista, Jean-Auguste-Dominique Ingres, pintor francés neoclásico y al mismo Fernando Botero.
El Matrimonio Arnolfini, una obra que fascina a Botero
Para Botero y para muchos artistas y conocedores, el Matrimonio Arnolfini (1434) de Jan Van Eyck, es una obra curiosa, llena de elementos y detalles que producen fascinación. Es por ello que el pintor colombiano le ha dedicado más de una versión a esta maravilla del arte.
Cada una de sus pinturas, como es de esperarse, ha tenido ese estilo característico del autor, con elementos de realismo mágico, volumen y algo de humor. De izquierda a derecha, la primera versión creada en 1978 y la segunda en 1997.
La Familia Presidencial, otra obra icónica del autor
Esta obra es una de las más reconocidas y se considera dentro de las más representativas del autor. La Familia Presidencial, elaborada en 1967, muestra un grupo de personas que representan un papel significativo dentro de la política. Pero además, el cuadro esconde una imagen al fondo que es un autorretrato del mismo Botero, en el momento en que pintaba este óleo. Una referencia evidente a *Las Meninas* de Velázquez.
Las esculturas de Fernando Botero
Además de las pinturas, Fernando Botero también ha realizado un gran número de esculturas en las que podemos apreciar el mismo manejo del volumen. Estas obras son protagonizadas, principalmente, por el ser humano, bien sea cuerpos enteros o solo partes de estos. Vemos voluminosas representaciones del hombre y la mujer en distintas situaciones, algunas de ellas cotidianas.
También hay un gran número de esculturas dedicadas a los animales, que no podemos negar que tienen una presencia marcada en la obra del autor. Todas poseen ese mismo encanto que te atrapa y mantiene deslumbrado. Incluso, algunas parece que estuvieran a punto de moverse.
La obra de Fernando Botero destaca por su amplitud, no solo en cuanto al volumen, sino a las temáticas que aborda. Ha sido usada por el artista para presentar una crítica a la sociedad y la política. Habla de la religión y de las versiones de Botero de esta. Así mismo, cuenta acerca de la cotidianidad, las emociones y una realidad mágica basada en la percepción del pintor.
Dentro de la amplia gama de obras, entre óleos y esculturas, se despliega la sátira, la espontaneidad y la ingenuidad, y es muy fácil encontrar una creación predilecta para cada tipo de persona. ¿Cuéntanos cuál es la tuya?